Íbera de José Luis Varea Serrano

El planeta padece la superpoblación de seres humanos, y con casi ocho mil millones de personas, el mundo comienza a acusar los estragos que está causando esa enorme abundancia de gente. Entre los muchos de esos males que están relacionados con la gran población de personas, se encuentra el problema de los delitos y los crímenes, que han aumentado a una velocidad vertiginosa. Para hacer frente a tantas sentencias judiciales y a la ingente cantidad de reclusos, que no para de crecer y que tienen las prisiones estatales totalmente saturadas, algunas empresas multinacionales vieron el gran negocio que hay en ese asunto y decidieron construir más prisiones privadas por todo el planeta. Una de esas penitenciarías privadas, es Íbera. Íbera es una prisión de alta seguridad, situada en un valle de los Montes Pirineos y prácticamente aislada del mundo. Construida con hormigón armado y disponiendo de los mejores sistemas de seguridad de última generación, Íbera está catalogada como una de las prisiones más grandes y seguras de todo el continente europeo. En los primeros años, desde que fue inaugurada, la prisión de Íbera solo albergaba presos provenientes de otras cárceles españolas, pero, poco a poco, empezó a aceptar reclusos de todo el planeta, sobre todo, a los más conflictivos. Aunque la mayoría de los presos que hay recluidos en Íbera son potencialmente peligrosos, los guardias de seguridad que se encargan de mantener el orden en la penitenciaría, realizan su trabajo a la perfección y hacen que reine una relativa paz y armonía en el centro penitenciario. Pero la llegada de un nuevo e inesperado recluso, hará que esa calma se vea alterada, pues el caos que ese hombre desatará en la prisión, se convertirá en una horrible y sangrienta lucha por la vida, tanto para el personal que trabaja allí, como para los presos que hay encerrados en la penitenciaría.