Clorofilia de Andrei Rubanov

Moscú, siglo XXII. Savelij Herz, periodista y entonces director de la exitosa revista Il Più, se ocupa de escribir sobre esos pocos rusos que siguen trabajando mientras la mayoría de sus compatriotas no producen nada, limitándose a consumir. En efecto, el dinero ya no es un problema, ya que toda Siberia fue alquilada a los chinos, mientras que los rusos -que se trasladaron en masa a la capital convertida en una “hiperciudad”- viven de los ingresos, con el grito tranquilizador de “No le debo nada a nadie.” Una vida dulce en la que prácticamente ha desaparecido toda forma de violencia gracias al proyecto televisivo experimental de espionaje mutuo “Vicini”, cuyas secciones especiales planifican escándalos y disputas familiares.
Mientras tanto, Moscú ha sido invadida por una maleza anormalmente grande, imposible de cortar o erradicar: cada tallo gigantesco vuelve a crecer instantáneamente. Por si fuera poco, esta hierba contiene un potente psicoestimulante capaz de proporcionar pura alegría sin consecuencias aparentes. Los ricos consumen esta poderosa droga en forma concentrada, mientras que los pobres la devoran en estado crudo.
El estatus social de cada uno depende del piso en el que vive: por encima del nivel octogésimo de los nuevos rascacielos viven las elites, mientras que por debajo del vigésimo están los barrios marginales habitados por degenerados “pálidos”. El uso de la hierba es técnicamente ilegal, pero no está perseguido, al menos hasta que aparecen los primeros signos de un descubrimiento inquietante sobre las modificaciones genéticas y psicológicas provocadas a largo plazo por el uso de la hierba en forma sublimada.
Cuando una serie de acontecimientos inesperados conducen a una alteración alarmante del nuevo status quo, la lucha por la supervivencia brindará la oportunidad de redescubrir las cualidades del espíritu en lo más profundo del alma.